Semillas de saber en la colina

En la colina ventosa de Laguna, donde estudiar es un reto diario, los niños muestran un entusiasmo ejemplar por aprender. Allí, con apoyo solidario, los libros se convierten en esperanza y en camino hacia un futuro mejor.

8/23/20251 min leer

Libros en la colina: una esperanza en Laguna

La visita a la Unidad Educativa Laguna quedará grabada en la memoria como un encuentro donde la sencillez se mezcló con la fuerza del deseo de aprender. En lo alto de una colina, donde el viento frío golpea con constancia y la geografía impone su dureza, los niños suben cada día para encontrarse con el profesor Elías. Con un entusiasmo admirable, él logra mantener viva la motivación de sus alumnos, adaptándose a las limitaciones que enfrentan: conectividad interrumpida, recursos escasos y factores que dificultan el normal desarrollo de las clases.

En esta ocasión, la Fundación Kreskanta pudo llegar hasta allí con un pequeño lote de libros y un mueble sencillo que ahora tiene un lugar especial en la escuelita. La entrega, aunque modesta, fue recibida con una gratitud que conmueve, porque en estos espacios el libro se convierte en una ventana hacia mundos lejanos, en una chispa de esperanza y en un aliado de sueños que se niegan a apagarse.

Nuestro reconocimiento profundo es para la Oficina del Parque Nacional Torotoro, que con su apoyo constante hace posible que la pequeña biblioteca extienda sus pasos hacia comunidades como Laguna. También agradecemos infinitamente a la Dirección Distrital de Educación de Torotoro, que nos brinda siempre los permisos y contactos necesarios para llegar a estas escuelas de difícil acceso, recordándonos que la educación se construye en comunidad.

Finalmente, nuestro más sincero agradecimiento a Marie Relet, Malte y Lara, cuya donación hizo posible esta entrega. Su gesto solidario es un recordatorio de que los lazos humanos, aun a la distancia, pueden encender esperanza en los rincones más fríos y apartados.

La experiencia en Laguna invita a una reflexión: hay niños en los lugares más alejados de Bolivia que esperan con ansias aprender, que caminan bajo el viento helado con la certeza de que cada jornada de estudio les acerca un poco más a un futuro distinto. Sus maestros, con entrega silenciosa, luchan contra las adversidades para que el conocimiento florezca aun donde parece imposible.

Nos vamos conmovidos y con el corazón lleno de humildad. Porque en cada sonrisa de esos niños entendimos, una vez más, que la lectura no es un lujo ni un privilegio, sino un derecho que debe llegar hasta el último rincón.