Pasos que Llevan a la Lectura, Sueños que Llegan Lejos
En Viluyo, donde los niños caminan llegar a clase, se entregaron libros y un mueble escolar. Su entusiasmo por aprender confirma que, aún en lugares remotos, la educación florece con esperanza.
6/26/20252 min leer
Pequeños pasos, grandes sueños: Libros para Viluyo
A pocos kilómetros de la localidad de Torotoro, en medio de un paisaje majestuoso y quebrado por senderos y cerros, se encuentra la Unidad Educativa Viluyo. Aunque la distancia geográfica con el centro poblado no es extensa, los estudiantes de esta escuela rural caminan en promedio 30 minutos cada día para llegar a clase. Lo hacen con el alma ligera y los cuadernos en la mochila, impulsados por un entusiasmo que emociona y enseña.
En esta ocasión, como parte del programa “Libros para todos” de la Fundación Kreskanta, tuvimos el privilegio de entregar un lote de libros y un pequeño mueble a esta unidad educativa. La alegría con la que los niños recibieron el material fue contagiosa. Sus ojos brillaban al abrir los libros, al hojear sus páginas como si descubrieran un mundo nuevo. Y quizás así fue: en cada historia, en cada ilustración, se abre una ventana hacia la imaginación, la reflexión y el crecimiento personal.
Lo que más impresiona en Viluyo no es la precariedad ni el esfuerzo diario para llegar a clases, sino la energía positiva, el deseo de aprender, la forma en que cada niño se sienta con atención, con sed de palabras y saber. Es un recordatorio conmovedor de que la educación no necesita lujos para florecer, sino compromiso, acceso y oportunidades.
Esta entrega fue posible gracias al apoyo constante de la Dirección Distrital de Educación de Torotoro, que facilita nuestro acercamiento a las comunidades escolares. Agradecemos también profundamente a la Oficina del Parque Nacional Torotoro, que, más allá de su misión ambiental, ha sabido tender puentes con las iniciativas educativas. Y en especial, agradecemos al señor Ramiro Oroz, quien nos ayudó con el transporte del material hasta la escuela, demostrando que la solidaridad también tiene ruedas.
En tiempos donde lo urbano parece acaparar toda la atención, es vital mirar hacia estos rincones donde el aprendizaje camina con sandalias, entre el polvo y la esperanza. Donde el aula no siempre tiene libros suficientes, pero sí una comunidad que quiere salir adelante, un maestro que se entrega y niños que sueñan con transformar su realidad.
Llevar libros a Viluyo fue más que una entrega: fue una confirmación. La confirmación de que la lectura debe llegar donde más se necesita. Y de que, en estos lugares de acceso difícil pero espíritu enorme, también se está sembrando futuro.







